Comparar la Revista General de Derecho, en su nueva etapa, a punto de comenzar, con el ave fénix que renace de sus cenizas no sería ni justo ni exacto, porque la Revista no ha sufrido destrucción ni desaparición, sino simple forzada inactividad, congelación o aletargamiento, habiendo conservado intacto su precioso e inmenso tesoro de información y opinión jurídicos. Nos alegró mucho, pues, cuando hace poco D. José María Ferrer Vicente nos llamó para decirnos que la Revista había decidido salir de su hibernación, iniciando un nuevo periodo, obviamente ya desde un nivel muy alto, y que quería contar conmigo.

Fue entonces cuando recordamos nuestro primer contacto con la Revista: de su fundador, el Excmo. Sr. D. Augusto Vicente y Almela, abuelo de D. José María, con mi padre, D. Francisco Miguel, ambos valencianos y abogados -como quien suscribe-, a poco de ser fundada (guardo con todo cariño un ejemplar del nº 39, de Diciembre de 1947, con un artículo de mi padre titulado “El abogado ante el contrato de transporte”), cuando la Revista tenía su sede en la Calle Guillén de Castro; después, ya en la calle Colón, cambió de formato y fue aumentando el número de sus páginas, pasó a una llamativa portada de color azul, y a partir de 1991, a la soberbia encuadernación en piel que tantas veces hemos visto como fondo para fotografías de lo más ilustres juristas, varios de ellos formando parte de su elenco de Consejeros y colaboradores. Ya no era una “revista”, sino un grueso libro, ingente repertorio de Jurisprudencia, que todos con ansiedad esperábamos recibir periódicamente. De manera incesante amplió su contenido, el número de sus secciones; pero no su calidad pues ello era imposible: desde el primer momento ésta fue máxima.

Aparte de artículos sueltos (como el referido), siempre ceñidos a nuestro ámbito profesional, el transporte, pronto -en los primeros años 1980- D. Augusto nos ofreció a mi padre y a mí, y gustosamente aceptamos, ocuparnos de una Sección llamada “Práctica Jurídica del Derecho de los Transportes” -después, simplemente “Sección de Derecho de los Transportes”-, que incluía artículos doctrinales -propios o de otros colegas, traducidos por nosotros en el caso de extranjeros-, reseñas de jurisprudencia, recesiones bibliográficas, más adelante también actualidad jurídica y legislación comentada; y ello, referido tanto al transporte de viajeros como al de mercancías, por cualesquiera modos, y en su vertiente tanto de Derecho administrativo como mercantil. Y así hemos seguido, fieles y aportando cada vez mayor volumen de información, teniendo quien suscribe el honor de ser nombrado Consejero Territorial de la Revista a mediados de 1997. Pocos años después, la Revista dejó de ser publicada en papel, siguió apareciendo en formato CD, y finalmente, dejó de hacerlo absolutamente, coincidiendo más o menos en el tiempo, con la irreparable pérdida de D. Augusto y de D. Francisco Miguel, aparte de otros grandes juristas y amigos. Por fortuna, la Revista no se extinguió, de manera que ahora no podemos hablar de una resurrección, sino de una simple vuelta a la actividad.

Por supuesto, en su nueva etapa, la Revista aprovechará, como no podría ser de otra manera, todas las actuales nuevas tecnologías de la información, para, manteniendo la altísima calidad que siempre la caracterizó, ser más ágil en la transmisión de su rica información.

Nuestra más cordial enhorabuena por esta nueva demostración de valentía, nuestro sincero deseo que continúe brillando con tanto éxito y prestigio como siempre merecidamente ha tenido, y nuestro agradecimiento por seguir contando en su impagable labor con quien suscribe. 

D. Francisco Sánchez-Gamborino

Abogado, Doctor en Derecho y miembro de la Real Academia Española de Jurisprudencia y Legislación.